31 octubre 2018
– No me lo podía creer, iba andando sobre mis pies, si, lo míos, en plena oscuridad pero viéndolo todo como si estuviese en pleno día. – Me movía como si llevase un foco de minero en testa o una de esas pistolas que lleva la policía de las películas de acción.
– Rocé, como siempre, mi pierna contra la esquina inferior de esa horrible y preciosa cama que me perturba, noche si y otra también, lo cual me pasa con luz, sin ella o cuando ando con dos copas, da lo mismo, eso no importa.
– Seguía a lo mío y tras varias e irrenunciables experiencias esotéricas y algún hombrazo en las jambas de la curva del amplio pasillo interdormitorial, consigo llegar a la parte mas lúcida de todas mis alegrías nocturnas, si, llego a la nevera y consigo sacar la deliciosa botella de agua mineral que alimenta mi salud y limpia mis males mas profundos.
– Todo ello sin ruido alguno, pero con un tremendo estruendo óseo cada vez que decidía equivocar el camino.
– Regreso, tras paso obligado por la zona de evacuación de líquidos, lo cual – lo de la evacuación – realizo con una maestría cuasi divina
Origen, (también): Nocturnidad, el agua mineral, la tibia y el dichoso dinero del Estado
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Todo muy profesional! Se ve que practicas muy a menudo esas labores nocturnas. 🙂
Suerte y feliz finde Enrique!
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Así es, amigo Little, viviendo la noche puedes cubrirte de sombras.
Un abrazo-e
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